Desde el
siglo XV Europa occidental experimentó
cambios significativos.
El mundo había sido hasta entonces, un pequeño lugar
cerrado; sin embargo las grandes exploraciones geográficas de los siglos XV y
XVI ampliaron los horizontes conocidos.
A
diferencia de lo que ocurrió en la
sociedad medieval, en donde todo giraba en torno a Dios, los europeos
comenzaron a interesarse más por el ser humano y la naturaleza, dando valor a
la razón y a la experiencia como fuentes de conocimiento. Este aprecio
por el potencial del ser humano, junto con el desarrollo de un espiritu crítico, produjo avances en todos los ámbitos.
Es importante señalar que, a pesar de lo radical de los cambios vividos, no se trató de un corte definitivo con el pasado, pues persistieron algunos aspectos de la Edad Media; por ejemplo, continuaron las formas feudales de producción, en donde los siervos hacían uso de la tierra a cambio de entregar una parte de su cosecha. Sin embargo, se avanzó hacia el capitalismo, la economía basada en la división del trabajo y de la acumulación del capital en pocas manos, que se afianzó en el siglo XVIII.
Los Estados fueron tomando forma alrededor de la figura central de un monarca a diferencia de la fragmentación característica del feudalismo, en el que la tierra y el poder se hallaban divididos entre varios nobles. Los comerciantes adquirieron mayor peso en una sociedd en la que aún predominaba la aristocracia.
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